Acudir a una clínica odontológica no debería suponer ningún trauma para el paciente. Aunque hasta hace relativamente poco, las visitas al dentista se posponían hasta lo inevitable, en la actualidad, los profesionales del sector, luchan incesantemente para que no sea así. Todos sabemos que la silla del dentista, nunca fue incomoda pero nos incomodaba notablemente sentarnos en ella. No resultaba fácil alejar esa asociación entre la comodidad de la (por otro lado) aparatosa silla y el inevitable dolor que ibas a sufrir. Al menos esa es la creencia popular y así fue durante décadas: ir al dentista, duele.
Sin embargo, no siempre era así aunque lo era en la mayoría de los casos. Esto tenía una razón de ser muy lógica: se acudía al dentista por razones muy concretas como la caries, la colocación de aparato o las inminentes extracciones de muelas. Al menos, eso recordamos los que ya tenemos una edad y hemos vivido las dos versiones del dentista. Poco se iba al dentista en busca de la sonrisa perfecta y el blanqueamiento dental, seamos sinceros. Se trataba de una cuestión de medios económicos, temores y falta de conocimiento. Además de que tampoco había tantos dentistas como ahora. Ni mucho menos, tantas facilidades para ponerte una boca de diseño. Si no tenías dientes, mala suerte.
Todo esto ha cambiado y ha cambiado mucho. Entran en una clínica dental como HQ Tenerife Odontología, con todos los avances tecnológicos y especializados en el sector, invita a sentarse, a quedarse, a repetir. No es de extrañar puesto que los profesionales del sector, llevan décadas tratando de hacer posible que los pacientes, se sientan cómodos en sus sillas. En el momento de iniciar sus proyectos de clínica dental o renovar la que ya tienen, centran sus esfuerzos en la experiencia que quieren ofrecer a sus pacientes. Esto es esencial a la hora de atraerlos y fidelizarlos, lo que implica directamente una mejora en la salud bucodental de la sociedad que acude al dentista sin temores.
Ofrecer una experiencia satisfactoria, aumenta la satisfacción y confianza de los pacientes, marca una diferencia entre el antes y el ahora, mejora la comunicación con el paciente y se traduce en una mejora de la salud bucodental y general del paciente.
Que experiencia ofrece una clínica odontológica
El concepto de salud ha cambiado sustancialmente. Sobre todo en cuestiones como el aspecto que debe tener una clínica sea del tipo que sea o un hospital. La asepsia, no riñe con el diseño y el confort. Los ambientes cálidos y acogedores, tampoco. Entrar en un consultorio y encontrarse frente a frente con un odontólogo frio, oculto tras su mascarilla y con el ceño fruncido, dispuesto a regañarte por no lavarte los dientes a menudos, echa para atrás. Si añades una decoración fría y aséptica, donde imperan los desinfectantes y productos sanitarios, lo que te dan es ganas de quedarte con tu caries.
Afortunadamente, esto se lleva poco por no decir nada en este momento. Ahora, entrar en una clínica dental, es entrar en un ambiente cálido y acogedor. Esto ayuda a que los pacientes se sientan cómodos y relajados. Una decoración agradable y bien iluminada acompañado por música suave o pantallas informativas, son lo más fácil de encontrar en las clínicas dentales.
Para que el ambiente sea propicio, el personal debe ser amable, estar perfectamente capacitado y dominar la atención al paciente. En la recepción que es el punto de contacto inicial, suelen trabajar personas perfectamente capaces de ofrecer toda la atención que se requiera, de forma clara y detallada. Así mismo, los odontólogos, deben ejercer sus funciones de la forma adecuada, explicar las opciones, los tratamientos y ser capaces de responder a todo tipo de preguntas.
Una clínica dental de última generación, pone a disposición de sus pacientes, los equipos de tecnología más avanzada. Esto hace que los pacientes se sientan seguros y confiados de que están recibiendo la mejor atención posible. Un ejemplo es el uso de la tecnología de imagen avanzada que cada vez utilizan más los odontólogos. Este tipo de herramienta de diagnóstico, ofrece mayor precisión para detectar los problemas y proponer los tratamientos más efectivos para el paciente. Esto repercute en la confianza que el paciente tendrá en el profesional y le invitará a volver en posteriores ocasiones.
Dado que el miedo al dentista ha sido y es, un problema común en muchos de los pacientes que acuden por primera vez o han tenido malas experiencias, puede ser un obstáculo a la hora de recibir la atención adecuada. Razón por la que el profesional ofrece un trato agradable y satisfactorio a los pacientes, algo positivo en ambos sentidos. El paciente volverá y la clínica ganará en reputación.
Una comunicación efectiva que parte del diseño de los espacios, pues serán estos los que en primer lugar, informen al paciente al respecto de cómo va a ser la experiencia. Con el diseño se puede transmitir calma y seguridad, confianza, cercanía y calidez o justo lo contrario: frialdad, mala praxis, desconfianza… Un ambiente cálido y limpio en lugar de uno frio y de aspecto sucio es determinante en el momento que el paciente, cruza la puerta. Mantener ese ambiente agradable y un trato cordial con los pacientes, es esencial. Generar calma a través de los elementos decorativos y transmitir tranquilidad a través del personal de la clínica es fundamental para que el paciente no sienta ganas de marcharse.
Informar a los pacientes sobre lo que va a pasar en la consulta, permitirá eliminar ese miedo a lo desconocido que, a veces, se apodera de nosotros de forma irremediable. Es de gran importancia que los pacientes se sientan escuchados y atendidos durante todo el tiempo que dure la visita. Recibir la atención necesaria por parte del personal, favorece la superación de esos miedos. Paciencia, comprensión y atención, son los ingredientes clave para una experiencia agradable.
Un juego de niños
Como es lógico, la mejor forma de hacer que el dentista no se convierta en sinónimo de miedo, es que la primera visita, sea positiva. Para los niños, la clave es esa primera visita, algo que para la mayoría, ya no puede repetirse. Por eso, se le da mucha importancia a la forma de enfocar esa primera toma de contacto con los profesionales de la odontología y los profesionales de la infancia. Dentistas y niños, unen sus caminos en lo que se supone el inicio de un vínculo de por vida. El resultado de esta primera visita, va a marcar y definir el comportamiento del paciente, no solo en su etapa infantil, también cuando se convierta en un adulto.
Algunas clínicas odontológicas, se centran en la odontopediatría y hacen posible que esta experiencia sea excepcional. Los profesionales, cuentan con la novedad de la primera visita para influir en la percepción de los pequeños pacientes en esa primera incursión. Esta visita, va a definir la actitud del niño que vendrá influenciada por otros condicionantes. El primero de esos factores es el ambiente odontológico. Dentro de este ambiente sanitario, hay que hacer que el niño se sienta seguro y confiado, evadiéndose de la ansiedad que genera la sala de espera y la incertidumbre de lo que pasa tras las puertas.
Para minimizar ese estrés, lo más adecuado es destinar una parte de la sala a zona de juego infantil. Disponer de juegos y elementos de entretenimiento, facilita la dispersión y puede ayudar a socializar con otros niños en su misma situación de espera.
Por otro lado, es esencial que el trato que reciban por parte del equipo de la clínica, sea adecuado y adaptado a las necesidades del paciente. El odontólogo debe ser capaz de crear un ambiente agradable, de confianza mutua, estableciendo la comunicación utilizando un tono de voz sosegado y paciente. Debe utilizar el lenguaje más adaptado a la edad del pequeño para que entienda lo que va a pasar y hacerle partícipe de la experiencia.
Un factor relevante e inevitable en el comportamiento de los niños frente al dentista, son los padres. La influencia que estos ejerzan en el comportamiento de sus hijos, constituye uno de los pilares esenciales que determinará su conducta en la consulta. En muchas ocasiones, los miedos de los niños, solo son las prolongaciones de los temores de sus padres. Su ansiedad ante la visita al dentista y la inseguridad personal, infieren en los niños trasmitiendo esa incomodidad y temor a la silla del dentista.
Antes de acudir a la consulta, los progenitores, deben ejercer como buenos embajadores y enfocar la visita de forma positiva, alejando los temores y estereotipos. El dentista, no hace daño.
En resumidas cuentas, la visita al dentista, no tiene porqué ser una experiencia negativa. Seas niño o adulto, sea la primera vez o la última. Vengas de una consulta donde el odontólogo era excepcional o un matasanos que te destrozó la boca, las cosas cambian. Ya no es necesario pasar dolor ante una extracción, ni tampoco sufrir para hacerse un empaste. Las clínicas han evolucionado en tecnología y los odontólogos en técnica. Las salas son cálidas y acogedoras y la silla, más cómoda que nunca.