Me quedaban pocos días para mi cuarenta cumpleaños, una cifra bastante redonda en la que echas la vista atrás y rememoras tantos años de vida. Se suele decir que es el ecuador de la vida, una de las mejores etapas, aunque hay personas que hablan de la crisis de los cuarenta. Lo cierto es que no creo que sea mucho más mayor que la de los 30.
Buscaba una celebración a la altura, pero diferente
Todas las edades tienen sus cosas buenas y otras no tanto. En mi caso personal lo enfrento con optimismo, volví a trabajar después de haberme comido con patatas los largos y duros años de la crisis que hicieron que bajase mi autoestima hasta límites insospechados, ya que era literalmente imposible encontrar algo decente de trabajo y casi que tampoco menos decente.
Ahora en cierta manera me siento libre, algo a lo que supongo que ayudará el no tener hijos, que supongo te atan en cierta manera. Intento dar lo mejor en mi trabajo y como no, también con mi pareja, a la que quería dar una fiesta de cumpleaños junto a todos los que una vez pasadas estas cuatro décadas siguen estando presentes en mi vida.
Me las ingenié para hacer una cena inolvidable con el mejor catering e incluso contacté con rotulosdecorcho.com para que me hicieran una serie de “40” para decorar la mansión que alquilé durante un fin de semana. De viernes noche a domingo tarde, pasamos unos días geniales en compañía de nuestros familiares y amigos charlando de la vida que de una manera u otra se pasa y que siempre, entre tanta gente con la que uno pasa, los hay que aparecen y nunca se marchan.
La celebración fue todo un éxito, degustando unos platos magníficos que nos hicieron recordar lo bien que lo pasabamos cuando vivían mis abuelos o en aquellas cenas universitarias. Es curioso lo largo que parece el camino por un lado y lo corto por otro.
Siento que me quedan muchas cosas por vivir, pero a la vez ya he vivido lo bastante para conocer la cara amarga de una vida que siempre sorprende por lo enrevesada que puede llegar a ser.
Para los niños compré unos juegos divertidos y la Play Station de mi casa también la llevé allí para que no se aburrieran en ningún momento. Total, que más de 20 personas entre idas y venidas que sirvieron para despedir estos magníficos 40 años y mirar esperanzado al futuro de los que están por venir.
Supongo que en no mucho tiempo quizás dos años venga una boda esperada ya por todos mis familiares y amigos, así como los niños, pero que pase lo que tenga que pasar, no estoy temeroso por nada y solo tengo ganas de seguir como en esta celebración acompañado por la gente que quiero y con ganas de conocer a la nueva gente que supongo me depara el destino.
Así que ya sabéis si queréis sorprender a vuestros amigos haced una bonita fiesta de cumpleaños, cualquier excusa es buena, en mi caso una fecha redonda sirvió para liarme la manta a la cabeza y no me arrepiento en ningún momento.