Seguro que cuando pensamos en lujo, lo primero que se nos viene a la cabeza son artículos de primer nivel, que valen un riñón y parte del otro. Pero en ocasiones el lujo se puede encontrar en muchas cosas. Por ejemplo, recientemente yo he vivido lo que es cuando acudí a hacer una visita a mis abuelos a la residencia San Vital. La idea actual está muy lejos de lo que podía parecer hace unos años las residencias de ancianos. No sé cómo serán las otras, pero en mi caso, me he quedado tranquilo porque he visto como mis abuelos viven entre lujo.
Para ellos el lujo ya no es tener muchos millones en el banco, o desayunar todos los días champán o hacer una ruta en yate, para ellos el lujo es poder estar juntos en un lugar tan maravilloso como éste y compartiendo un montón de actividades con otras personas de su edad. Es la manera de sentirse más vivos que nunca y con muchas ganas de ser felices.
El lujo para ellos es poder elegir entre habitaciones dobles, individuales o suites con terraza, todas ellas dotadas de baño geriátrico completo, camas electrónicas de cuatro planos, lencería de algodón, teléfono y teleasistencia.
El lujo para ellos es estar atendido las 24 horas del día por un equipo humano muy cualificado, del que recibe toda la atención, cariño y respeto que merece. Y eso se nota, y se agradece. El lujo es realizar actividades de ocio, culturales, musicales, formativos… promoviendo talleres, visitas, excursiones, etc. Jugando en todo momento con sus compañeros que es la mejor manera de mantenerse vivos y activos.
El lujo para ellos es el de tener a su disponibilidad una asistencia personalizada, en función de las necesidades para mantener la calidad de vida, buscando mejoras y cambios positivos. En este lugar tienen cocina propia para ofrecer la mejor calidad por lo que se olvidó eso de hacer la comida para toda la familia, como hizo mi pobre abuela durante muchos años. Además aquí se elaboran dietas y menús personalizados. Y cuentan con servicio de organización de eventos, comidas familiares y cumpleaños. El pasado mes celebramos por todo lo alto el de mi abuelo.
Guapos por dentro y por fuera
Y todo un lujo para mis yayos es contar con una peluquería. Allí es donde mi abuela se pone más guapa que nunca para mi abuelo. Han sido muchos años de preocuparse solo por los suyos y no por ella, por eso verla peinada y tan preparada me hace ser muy feliz. Allí también se hace tratamientos estética e incluso la manicura.
A mi yayo lo que más le gusta es el servicio de podología. El servicio no se limita al tratamiento puntual de las distintas afecciones; el podólogo lleva a cabo un seguimiento personalizado de cada residente, aportando un nuevo perfil médico en el área de control sanitario. ¿Es lujo o no para mi abuelo?
Y todo este lujo a partir de 1.700 euros al mes. Ellos son felices, y mi familia más, porque el miedo siempre estuvo presente. Afortunadamente su cara cada vez que les visitamos lo dice todo. Por eso, está claro que eso de tener grandes mansiones claro que es lujo, pero también lo es ser feliz, y en ocasiones, el dinero no da esa felicidad.