El arte de dibujar va ligado intrínsecamente al instrumento con el que se dibuja: el lápiz. Este artículo o herramienta tan conocido y utilizado por todo el mundo sobre todo en época escolar, es indispensable a la hora de realizar cualquier tipo de dibujo. Sea artístico o técnico, como boceto o para finalizar una obra, el lápiz, es fundamental. Aunque pueda resultar algo simple, elegir el adecuado, no es un asunto sencillo, puesto que aunque algunos artistas son capaces de hacer gala de su virtuosismo con cualquier lapicero, el lápiz, es la herramienta por excelencia para el dibujante y existen opciones y tipos para todos los gustos. De la mano de nuestros amigos y expertos en manualidades de Artespray, vamos a hablar sobre este tipo de herramienta tan elemental, sus tipos y aplicaciones a la hora de elegir el que mejor se adapte al dibujante en cuestión.
Como es lógico, lo más probable es que todos hayamos utilizado más de un lápiz a lo largo de nuestra vida. Lo que puede no resultar tan común es saber que cada uno tiene una serie de características y usos específicos en función de lo que se pretenda dibujar y los efectos que se persigan. La historia del lápiz se remonta a la antigua Roma, donde se utilizaba una barra de plomo con la finalidad de marcar la madera y la tela. Como el plomo resultó ser un material demasiado blando y se rompía con facilidad no tuvo mucho futuro y el lápiz fue evolucionando.
Incluso los antiguos egipcios utilizaban una suerte de lapicero rudimentario para escribir en sus papiros, aunque en cualquiera de los casos citados, el lápiz, no tenía mucho que ver con lo que conocemos en la actualidad. No obstante, no fue hasta el siglo XVI que se produjo el avance más significativo en lo que a fabricación de lápices respecta. Un conocido artista y arquitecto de la época, el italiano Andrea Mantegna, desarrolló una técnica ideal para la fabricación de lápices a partir de una mezcla de arcilla y grafito. Esta mezcla, se endurecía en un horno, lo que permita cortar en varillas para su uso. Igualmente, eran frágiles y se rompían con facilidad. Pero se asentaba el lápiz como herramienta de dibujo.
Siglo XVIII: el lápiz y su dureza
Seguramente a más de uno o una, le suene el nombre de Faber relacionado con los lápices. Pues bien a mediados del siglo XVIII, este fabricante de Nuremberg (Alemania), mejoró notablemente la fórmula para crear lápices de grafito. Es a este fabricante de lápices a quien debemos las diferentes durezas, pues descubrió que mezclando arcilla y grafito en diferentes proporciones, podía crear lápices con diferentes durezas que permitían un uso más preciso en función de la necesidad del artista.
A finales del mismo siglo, Conté, desarrolló un lápiz más duradero que podía ser afilado con un cortapapeles y no se rompía tan fácilmente. En el siglo posterior, Dixon, patento la técnica de extrusión con la que fabricaba lápices de grafito más uniformes y resistentes. Tanto que a día de hoy todavía se fabrican.
Sin embargo, la llegada del siglo XX con la invención de nuevos materiales y tecnologías, conllevaron la creación de nuevos tipos de lápices para el dibujo en los que se incluían los de color.
Con este breve repaso por la historia del lápiz, solo nos falta saber que es en si este indispensable elemento. Los lápices están compuestos por una mina de grafito y arcilla que, como todos sabemos, se encuentra en el interior de una carcasa de madera o plástico. La mina, compuesta por la mezcla de grafito y arcilla se hace con diferentes proporciones para obtener las distintas tonalidades y durezas características de cada uno.
Aunque pueda parecer algo simple, la fabricación de los lápices, consiste en un proceso complejo que se compone de varias etapas que van desde la mezcla para obtener la mina, hasta la fabricación de la carcasa. Este proceso varía según el tipo de lápiz y la marca que los elabora.
Así encontramos una clasificación de los lápices en función de su dureza. Esta dureza, determina la intensidad del trazo que deja el lápiz. Siendo los lápices de mayor dureza los que permiten trazados más finos y precisos, en tanto que los blandos los producen más gruesos y suaves.
Los tipos de lápices en función de su dureza, forma y finalidad
Para un dibujante, los lápices de buena calidad son indudablemente un lujo. No es lo mismo dibujar con un lápiz endeble cuya mina se rompe fácilmente o se quiebra a sacar punta que con uno de buena calidad que permite dibujar con precisión.
Veamos como se clasifican los diferentes tipos de lápices en función de la dureza que ofrecen.
Como se puede observar, cada lápiz, lleva una letra. Los que tienen una H, son los de mayor dureza y ofrecen un trazado preciso y detallado, ideal para dibujo técnico y escritura fina (si, también se utilizan para escribir aunque suene arcaico). A mayor número de letra H, mayor dureza y finura en el trazo. Se gradúan de H a H9.
Los más blandos, son los que cuentan con una letra B y se utilizan para realizar trazos más gruesos y sombreados. Adecuados para realizar dibujo artístico y bocetos. A mayor número de letra B, más blando y mayor grosor en el trazo. Se gradúan a la inversa, de B9 a B.
Lo más habitual es encontrarse con lápices HB, de dureza intermedia. Estos son adecuados tanto para la escritura como para el dibujo. Se trata de lápices versátiles que permiten hacer trazos finos y gruesos, mediante la presión que se ejerce sobre la punta.
Dentro de esta misma clasificación, existen también los lápices F, o lápices finos. Ideales para dibujo técnico y artístico, ofrecen trazo fino y poseen una dureza intermedia, siendo más suaves que un lápiz 2H pero más duros que un 2B. Este tipo de lapiceros son utilizados para dibujar líneas finas y precisas debido a que su punta es muy afilada y permite tener un gran control del trazo. También permiten crear sombras y tonos medios en los dibujos.
En función de su forma, los lápices ofrecen un tipo de trazo ya que este depende de cómo se sujeta para trabajar y la presión que se ejerce sobre el mismo. De esta manera encontramos lápices redondos, los más comunes, con forma cilíndrica, fáciles de sujetar y adecuados para la mayoría de aplicaciones.
Podemos encontrar a su vez, lápices hexagonales, con seis lados, para aquellos que necesiten un agarre más firme ya que evitan que rueden sobre la superficie sobre la que se trabaja. En cuanto a los lápices triangulares, tienen tres laos y se utilizan para corregir la postura de la mano durante la escritura o el dibujo. Son adecuados para aquellos que sufren fatiga o tensión sujetando el lápiz redondo.
Por último, los lápices se clasifican en función de su uso. Además de la dureza y la forma, cada lapicero posee unas características especiales que hacen que sean más o menos adecuados para según que tareas.
Si la intención es hacer un dibujo artístico, lo más adecuado es utilizar lápices de dureza B. Permiten realizar trazos suaves y crear sombreados. En este segmento encontramos también lápices de colores y acuarelas para dibujos a color y más elaborados.
Para realizar trabajos de dibujo técnico en los que la precisión es obligada, encontramos los lápices de dibujo técnico. La dureza H es la mas recomendable para esta finalidad pues permite realizar trazos finos y precisos. Entre ellos, es posible encontrar lápices especiales de grafito líquido que permiten dibujar en superficies no porosas.
Si hablamos de escritura, lo ideal es contar con lápices de dureza HB, adecuados para escribir sobre el papel. Son los más utilizados pues su dureza intermedia permite una escritura suave y nítida.
El sector de la carpintería, cuenta con lápices específicos para tal fin. Estos cuentan con una mina más gruesas y ofrecen mayor resistencia que los lápices comunes.
En cuanto a los lápices exclusivos para dibujo, podemos encontrar lápices de grafito y de carbón. Los primeros, cuentan con una clasificación 2B, 4B, 6B y 8B. Poseen una mina más gruesa y suave que permite dibujar y crear sombras y tonos oscuros fácilmente. Ideales para retratos y paisajes. También existen los lápices de grafito duro que se clasifican en H, 2H, 4H y 6H. Estos permiten trazar líneas más claras y precisas, cuando el dibujo requiere de detalles finos y líneas limpias.
Los lápices de carbón, son similares salvo en su composición ya que se fabrican con carbón en lugar de grafito. Son más suaves y permiten crear sombras y tonos oscuros más intensos. Debido a su suavidad, son proclives a manchar el papel y presentan mayor dificultad en el borrado. También es posible encontrar lápices de carbón suave o duro.
Para elegir el lápiz adecuado, basta con tener en cuenta esta información y adaptarla a las preferencias personales del artista y el dibujo que pretende realizar. Un buen artista siempre contara con diferentes tipos de lápices en función de sus pretensiones. La calidad del lapicero es todo un lujo que no pasa desapercibido para un buen dibujante, por lo que es fundamental conocer las marcas que ofrecen mejores lapiceros, pues determinará el resultado final del dibujo.