Aunque algunos dirían que mi familia está montada en el dólar, en este caso en el euro, la verdad es que no es así pero, aparentarlo nos ha traído más de un problema. Mi abuela tenía una casa de campo a las afueras de Madrid, bastante antigua, que mis padres fueron reformando poco a poco con todo lujo de detalles porque mi abuela así lo quiso estando en vida y cuando ella falleció y mi padre renunció a su herencia a mi favor me encontré con una preciosa vivienda digna de un marajá gracias a mi generosa familia.
Soy hija única, y eso se nota, pero jamás habría pensado que al fallecer mi abuela, cuando yo tenía 27 años, mis padres iban a regalarme la casa de campo que habían estado años reformando. Mi marido y yo nos fuimos a vivir allí tras la boda, cuando yo cumplía los 28 y desde entonces tenemos el lujo de poder disfrutar de la tranquilidad de la zona, la amplitud de una vivienda unifamiliar con jardines y piscina y mucho más. Ahora, con 43 he de decir que esta casa nos ha dado nuestras mejores vivencias: mis dos hijos jugando y correteando por todas partes, los mejores cumpleaños familiares y toda una vida juntos que aún seguirá por años (espero). Peor también nos ha traído algún que otro quebradero de cabeza.
Cuatro robos en 15 años
La zona en la que vivimos es víctima de la afluencia de demasiados amigos de lo ajeno que ven en nuestras casas de campo el espacio perfecto para entrar a llevarse lo que no es suyo. En 15 años que llevamos viviendo aquí nos han entrado a robar 4 veces, una de las cuales estábamos todos en casa y el miedo que pasamos no se lo deseo a nadie. Hemos probado con todo tipo de alarmas e incluso instalando cámaras de seguridad pero, aun así, entraron una vez más y esta última ha sido mi marido el más perjudicado.
El pobre lleva años coleccionando coches y motos a escala, es su pasión, una pasión cara la verdad pero tras más de 10 años ahorrando y comprándole estos detalles en cumpleaños, navidad y ocasiones especiales, ha llegado a tener una gran colección que cuidaba como oro en paño y tenía expuesta en una vitrina en la oficina. Preciosa por cierto. Pues en esta última ocasión que entraron en casa la destrozaron a golpes para sacar todo los coches a escala y aunque no es lo único que se han llevado, sí es lo que más valor sentimental tenía porque había coches que se regalaron en momentos muy especiales: con cada nacimiento de nuestros hijos, en nuestro quinto aniversario y en el décimo, etc.
Un abogado nos ha ido asesorando durante años y ahora somos unos auténticos expertos en este tema, por desgracia. Siempre hemos confiado en él porque hablamos de un bufete de auténticos profesionales que realmente ayudan a las víctimas. Si estáis en un caso parecido al nuestro contactad con él, a nosotros nos ha ayudado mucho.
Mi marido, el último gran perjudicado
Sin embargo, esta vez mi marido ha entrado en un estado de indignación y frustración tan alto que de verdad creía que había cambiado para siempre: antes de acostarnos revisaba todo unas 10 veces de manera exagerada, gritaba a los niños si se dejaban una ventana abierta y ya no quiero deciros la que montaba si se me ocurría hablarle de ir a pasar unos días fuera de casa porque en tres de las cuatro ocasiones que nos han entrado a robar lo han hecho cuando nos hemos ido un par de días fuera, aprovechando que no estábamos.
La semana pasada, con motivo de su cumpleaños, le compré su nuevo primer coche a escala para que vuelva a empezar la colección. Bueno, en realidad le compré una moto y un coche de minichamps (os pongo enlace por si os interesa), y le di también una carta contándole cómo íbamos a reponer todo lo que nos habían quitado. Le hice llorar.
El problema ahora radica en averiguar cómo evitar que esto vuelva a ocurrir. La zona es muy activa en este sentido y aunque la policía patrulla cada noche los ladrones siguen entrando. Deben creer que por vivir aquí somos millonarios, pero no es así, somos una familia trabajadora con suerte que puede permitirse vivir en esta zona gracias a una herencia, nada más y es frustante tener que llegar a pensar en mudarte sólo porque no nos dejen estar en paz.