Siempre he tenido un sueño que sé de sobra que no estaba a mi alcance: tener una casa de campo con todo lujo de comodidades. Tal vez no sea un sueño muy ambicioso pero para mí era el mejor sueño de todos, y es que nacer en una familia acomodada que no quiere pisar el campo por si se ensucian te obliga a ser uno como ellos o la oveja negra de la familia, y yo preferí ser la oveja. Me encanta lo rústico, la tranquilidad, respirar aire puro y el silencio del campo. Por el contrario, aunque puedo soportarlo, prefiero no estar demasiado cerca del centro de las urbes porque tanto trasiego de gente, tanto estrés y tanto tráfico causan en mi un efecto bastante negativo.